lunes, 4 de febrero de 2013

¿CÓMO ENGAÑAR AL ELECTORADO?


Mi buen amigo Roger Colom me dijo una vez que soy una experta en Roberto Arlt. No lo soy, aún, pero lo que sí soy desde hace años es adicta a su obra, sobretodo a sus aguafuertes porteñas; un retrato magistral y delirante de la sociedad porteña de finales de los años 20 y de los 30 que se convirtieron en lectura de cabecera, entre otras razones porque, a pesar del tiempo, mantienen tal vigencia que llega a doler sin poder evitar la carcajada. A continuación les dejo una de ellas; juzguen ustedes.

¿CÓMO ENGAÑAR AL ELECTORADO?
Roberto Arlt

Me dice un candidato a diputado:


—Hay que trabajar por la salvación del país. La patria está al margen de la bancarrota.


—Che, hacé el favor, andá a engrupir[1] a otro… a mí no me vengas con esa novela… Decí la verdad. ¿Cuántos negocios pensás hacer…?


Qué negocios querés que se haga si no hay oposición. Se puede maniobrar, y bien, cuando hay partidos de oposición que guardan equilibrios con el oficial. Entonces sí vale la pena hacer negocios, mejor dicho hay posibilidades de acomodarse, pero de este modo… Te prevengo que hoy rinde más vender boletos en el hipódromo que ser diputado, de cualquier modo, ¿no se te ocurre nada con qué engrupir al público de electores?.


—De qué modo engrupir…


—Sí, una de esas macanas que corren y se las creen todos…
 Con el petróleo, por ejemplo, no embromamos a nadie hoy. Con el oro, qué sabe la gente de oro?, como no ser el oro del anillo de compromiso… La nafta[2] interesa sólo a los chauffeurs… El azúcar… todas esas son cosas pasadas de moda.


—Hay que buscar y encontrar algo que parezca verdad —me dice el malandrino que es candidato a diputado por un partido—. Hay que buscar y encontrar algo que los deje groguis a todos los giles que en este país creen en la democracia. Por ejemplo: ciertos políticos con el asunto de los empleos tienen acaparado el electorado de la República. Nosotros no podemos ofrecer empleo. No podemos comprar libretas con empleos. Y hoy los giles piden algo más que un plato de lentejas para votar. Decime vos, con qué los “engrupís” a ese electorado. Ahí está el problema. Se pasaron los tiempos de la empanada criolla, de la bordalesa de vino, las partidas de taba y el asalto en el atrio de la iglesia. Hoy se puede asaltar, robar, matar, engañar, todo crimen político puede ser cometido en estos días de “iniquidad” como ingenuamente los llamás vos...


—Veo que leés mis notas…


—De vez en cuando… Todo crimen político puede ser cometido siempre que se tenga la astucia de rodearlo de legalidad y de chicana jurídica…


“Como todos mis compinches. Más aún, te voy a contar una anécdota. Cierto diputado me decía una vez: “Si votando una guerra en la cual la Argentina se viera mezclada,
yo ganara un millón de pesos, votaba esa guerra…”

Me he puesto serio, no sé qué decir. Mi gran hombre continúa:


Hay que ser un imbécil o un loco para creen en la honradez y en la democracia. Aquí tenemos la desgracia de no contar con industria, porque sino, aparecían muchos problemas explotables. ¿Qué problema se inventa entonces? Hay que sacar una mentira de un ángulo poco común, descubrir una panacea que los embauque a todos… Mirá si seremos desgraciados que ni el peligro de una próxima guerra tenemos… Con el bolcheviquismo no se va a ninguna parte, si no mañana mismo me hacía bolchevique. Con el fascismo… que querés, es para los morfones[3] de tallarines… Aquí, lo que hace falta es una concepción política que tenga apariencias de democracia y que no lo sea, que responda a todos los deseos y a ninguno, que esté contra todos y con todos… Más claramente, un caballo que no sea caballo… uno de esos bodrios sabés… que ni Dios los entiende.

EL CÍNICO

—Sabés que ya te pasás de cínico…

Mi gran hombre da un puñetazo en la mesa; luego:

—¿Podés decirme vos qué tiene que ver la vergüenza, la decencia, la honestidad, el pudor, los buenos sentimientos con la política? ¿Querés explicarme y dejarte de decir macanas[4]? Cuando entrás a una zapatería no es para hacerte un traje sino un par de botines, ¿no? Bueno, cuando vas a lo de un político no es a comprar decencia, ni honestidad, ni ninguna de esas pavadas… ¿Por qué me decís que soy un cínico?

“Es como si le dijeras al sastre y en tono acusador: Usted es sastre. Claro que soy cínico, te contesto yo. Un cínico, pero sin mercadería. Sin mercadería electoral. Cada uno de mis camaradas está en la misma desgraciada posición. No se encuentra ni por broma un filón explotable. El electorado está como un burro que no tiene sed, y vos sabés que no hay cosas más difícil que hacerle tomar agua a un burro que precisamente no tiene sed. ¿Qué hago? ¿Qué hacemos? Los redactores de carteles nos miran despavoridos. No tienen nada para redactar. Los matones están consternados. No hay quien los contrate ni por un plato de sopa, porque todos son matones hoy. Los oradores que antaño contratábamos por poco y nada están en baja, y están en baja porque no tienen nada que decir. Somos francos, vive Dios. Yo no pido gollerías[5]. Pido robar, robar honradamente como cualquier hijo de vecino. ¿Es pecado eso? No. ¿Entonces? ¡Seamos amigos con el pueblo, qué diablo! Esquilmémoslo razonablemente. Yo no soy ese diputado que por un millón de pesos embarcaría a su patria en una guerra. No. Por quinientos mil pesos metería a nuestro planeta en las ollas del infierno. Lo que falta es el pretexto. Lo que falta es un electorado inteligente, que se dé cuenta de nuestra capacidad, y aunque empapelemos la ciudad desde el zócalo hasta las cornisas, vamos muertos, y vamos muertos porque falta una gran mentira con que mover la masa ciudadana. El que la encuentre, créalo, el que encuentre la gran mentira, podrá llegar hasta ser Presidente de la República.”







[1] Engañar inventando una historia, una patraña
[2] Gasolina, combustible
[3] Morfar: (lunfardo) Comer (AD.), alimentarse/ copular, fornicar/ recibir un castigo físico o verbal.
[4] Macana: Estupidez, desatino, disparate, despropósito.
[5] Manjar exquisito y delicado